sábado, 20 de noviembre de 2010


El obispo que ha retenido en Lleida 113 obras reclamadas por Aragón se jubila

Eugeni Casanova – La Vanguardia, 08.07.2007

Roma llamó cuatro veces a capítulo al prelado para que entregara las piezas

Francesc Xavier Ciuraneta se ha convertido en un héroe en Lleida. Durante siete años ha aguantado presiones e insultos por resistirse como obispo a entregar 113 obras del Museu Diocesà i Comarcal, que la diócesis aragonesa de Barbastro reclama. Su camino personal ha estado plagado de espinas hasta que se ha jubilado por enfermedad. Ahora respira con la satisfacción del trabajo cumplido. "He aguantado gracias al apoyo de los leridanos", manifiesta. El 26 de junio, José Montilla le colgó al cuello la cruz de Sant Jordi por la entrega demostrada.Su vía crucis empezó cuando Pedro López Quintana le convocó a una reunión-almuerzo en sus aposentos privados del Vaticano. Quintana, natural de Barbastro, era el número cuatro en la jerarquía de la Santa Sede como asesor de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado. El clérigo no se anduvo con rodeos: "Usted debe entregar las obras sin dilación", le dijo de entrada. Debía cumplir el decreto del nuncio Lajos Kada de junio de 1997, según el cual "las obras deben devolverse a Barbastro mientras Lleida no demuestre su propiedad". No se aportaban datos ni pruebas, debía sólo obedecerse. Aragón reclama esas piezas desde que el Vaticano completó en 1998 la cesión de la mitad del territorio de la diócesis catalana a la vecina de Barbastro. Como nuncio, Kada estaba a las órdenes del propio López Quintana. A la reunión asistió también Francesco Monterisi, secretario de la Congregación para los Obispos.

Ciuraneta vio que el interés de los dos clérigos por las obras podía canalizarse en beneficio de su diócesis, empeñada entonces en la beatificación de Francesc Castelló Aleu, y preguntó si se podía hacer algo. "Déjelo de mi cuenta", le respondió López Quintana. Menos de tres meses después, el 11 de marzo, Castelló Aleu era beato. Ésta es otra de las satisfacciones de Ciuraneta y su casa de La Palma d´Ebre exhibe varias fotos del joven fusilado en 1936. En Lleida se maravillaron porque un proceso así puede durar décadas, si no siglos, y Ciuraneta ironizaba asegurando que había recibido ayuda "de las alturas".

A su regreso de Roma, el obispo recibió la visita del director general de Patrimoni de la Generalitat, Marc Mayer, que le dio una versión muy distinta a la del Vaticano: las obras eran propiedad legal del Obispado de Lleida y había documentos que lo probaban, estaban catalogadas como patrimonio cultural por la Generalitat y no podían salir de Catalunya, las leyes civiles son las únicas que cuentan en un estado aconfesional y el Vaticano no tenía otro argumento que el decreto de un nuncio. En los tribunales tenían todas las de ganar y las obras debían defenderse. El conseller Jordi Vilajoana pidió a Ciuraneta que aguantara siete meses la presión del Vaticano. "Al final, he aguantado siete años", dice el obispo ya emérito. El catedrático de Derecho Canónico de la Universidad de Barcelona Santiago Bueno le presentó un informe sobre la realidad de la situación jurídica, y Ciuraneta se sintió engañado por Roma. Paralelamente, el alcalde Siurana le puso en contacto con el abogado barcelonés Eduard Bajet - distinguido también con la cruz de Sant Jordi- y organizaron la defensa. Al poco, Josep Casanova se sumó al equipo.

Los resultados esperados no llegaban y la Secretaría de Estado volvió a convocar a Ciuraneta, pero esta vez el obispo conocía ya el percal y se presentó con Santiago Bueno y con la abogada que le representaba en Roma. Les recibió el valenciano Vicente Juan, responsable de los países de lengua española. El saludo fue el mismo y muy tajante: "¡Entregue las obras!", pero Bueno desmontó uno a uno los argumentos de la Secretaría de Estado, "que no esgrimía ni un solo fundamento jurídico. ¿Cuándo se ha visto que el poseedor de un bien durante más de un siglo tenga que demostrar la propiedad a un reclamante?". Juan, que no se esperaba la respuesta, dijo entonces que el deber de un obispo era obedecer a la jerarquía. Los representantes de Lleida aseguran que este clérigo fue uno de los agentes más activos a favor de Barbastro, "que no ha tenido siquiera que contratar a un abogado porque la Santa Sede ha llevado toda su causa". Vicente Juan se hizo popular en el Vaticano porque escribió un discurso de Juan Pablo II en su visita a España en el 2003 donde se defendía el trasvase del Ebro. Las palabras del pontífice causaron estupor en Roma y en España, y al cabo de unos meses Juan dejaba la Secretaría de Estado para convertirse en obispo de Eivissa.

El buen nombre de Meseguer

Ciuraneta continuaba en la trinchera a pesar de que había caído enfermo. Se imponía entereza porque defendía los intereses de su diócesis y el buen nombre del obispo Meseguer, que a finales del siglo XIX fundó el Museo Diocesano para salvar las obras que los párrocos abandonaban o vendían. Tuvo momentos bajos, como cuando recibió anónimos con pornografía o excrementos, pero nunca se planteó tirar la toalla. Su misión era resistir.

López Quintana se fue de nuncio a India y el cardenal Giovanni Battista Re le tomó el relevó en el envite contra Lleida como prefecto de la Congregación para los Obispos - superior inmediato de Monterisi-. Re, muy relacionado con la jerarquía eclesiástica española e íntimo del anterior embajador español ante la Santa Sede, Carlos Abella, dictó un decreto que conminaba a Ciuraneta a "devolver las obras en 30 días". El cardenal convocó al obispo a su despacho dos veces y durante una hora le increpó tildándolo de "díscolo" y no le permitió hablar. En dos años le remitió al menos cuatro misivas con acusaciones y descalificaciones. Ciuraneta, que se sintió vejado por el trato, le replicaba que él no podía pasar por encima del poder civil: "Ya no vivimos en tiempos feudales". El decreto de Re había sido redactado por el responsable jurídico de la Congregación para los Obispos, el madrileño Eduardo Baura, miembro numerario del Opus Dei, que ha llevado personalmente todos los requerimientos contra Lleida. Ciuraneta hizo notar en el Vaticano la filiación de Baura, puesto que el fundador de la prelatura, Josemaría Escrivá de Balaguer, era natural de Barbastro y allí está su gran santuario, Torreciudad. Le respondieron que ello no implicaba que Baura fuera parcial. Ciuraneta explica que en la Santa Sede impera una consigna y tiene el objetivo de entregar las obras a Barbastro sin escuchar ningún otro argumento.

El cardenal contraataca

Lleida bulle de nuevo por las obras del Museu Diocesà i Comarcal. Xavier Salinas, obispo de Tortosa, no ha sido bien recibido como administrador apostólico tras la renuncia de Francesc Xavier Ciuraneta. El 8 de marzo anunció que él estaba de paso en Lleida y que no tomaría ninguna decisión sobre las piezas históricas. Sin embargo, el 11 de junio fue convocado a Roma por su superior jerárquico, el cardenal Re, y el 14 dijo en una conferencia de prensa que "como obispo, he de ´devolver´el arte a Barbastro". Este verbo es anatema en Lleida, puesto que las piezas jamás han estado en la población aragonesa. Salinas retiró delante de los medios de comunicación la confianza a Josep Casanova, asesor jurídico del obispado durante seis años, le acusó de faltar al secreto profesional y dijo que a partir de ese momento el interlocutor de la Diócesis de Lleida en temas jurídicos sería Francisco Mata, natural de Binéfar (Huesca), profesor en Barbastro y con despacho profesional en Zaragoza, que le había acompañado en su visita a Roma. Salinas apartó también al vicario general Ramon Ezquerra, que encabezó con Ciuraneta la defensa de las obras. Casanova presentó la renuncia y anunció una querella contra Salinas por calumnia o injurias. En una carta muy dura, pidió al obispo que no engrosara "la larga lista de traidores". El abogado y algunos colectivos cristianos como Església Plural han manifestado que Salinas, que es valenciano, hace méritos para ser nombrado arzobispo de Valencia cuando el actual deba jubilarse dentro de dos años. El alcalde de Lleida, Àngel Ros, inquieto por la nueva situación, viajó el día 27 a Madrid para explicarle al nuncio De Castro su punto de vista. Salinas se reunió por su parte con el conseller de Cultura el día 28 y el 29 dijo en privado que las cosas deben quedarse como están hasta febrero, cuando el cardenal Re nombre al nuevo obispo. El conseller Tresserras ha declarado que el flamante museo que se va a inaugurar el 30 de noviembre exhibirá las obras reclamadas.

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