domingo, 25 de marzo de 2012

"En el Costa Concordia pasaban cosas raras"

Ni la más mínima sorpresa le produce a Jesús Bethencourt lo ocurrido con el Costa Concordia y el Costa Allegra. Y está convencido de que lo sucedido frente a la isla de Giglio bien podría haberle tenido como protagonista involuntario, el verano de 2010, cuando se embarcó junto a su mujer y su hija para hacer el mismo viaje por el Mediterráneo, porque cree que en esa línea marítima "no es oro todo lo que reluce".El testimonio de este abogado canario y su esposa no solo apunta a la maniobra de aproximación a la costa del capitán Schettino —que vivió en persona, porque también se produjo durante su viaje—, sino también a que durante ese acercamiento trataron de que habitaciones como la 8300, que ellos ocupaban, se encontrasen vacías. "Justo cuando el barco se acercaba a Giglio nos dejaron una invitación para nuestra niña a una cena infantil, qué casualidad. Había un afán notorio de vaciar ese ala, en los lugares con vistas a la costa", sostiene convencido. Sin embargo, Bethencourt rechazó la invitación infantil y decidió que esa noche, el 2 de agosto, cenarían los tres juntos.El imprevisto para la tripulación fue que su mujer, Nayra, se demoró más de la cuenta en ducharse y vestirse para ir al restaurante, tiempo que su marido pasó en la terraza de la habitación observando la costa y registrando la escena del acercamiento con su cámara. "En vez de estar a las 21.30 cenando, yo estaba filmando la costa desde mi camarote, un camarote donde se suponía que no iba a haber nadie", porque habían comprado su billete a última hora.La policía obliga al barco a girar 180 grados y volver a Palermo"Veo que el barco viajaba pegadito, pegadito, a la costa. Como grancanario, estoy acostumbrado a ver cruceros y sé que hay una distancia de seguridad que en este caso no se estaba respetando", recuerda hoy Bethencourt. "Después, desde una cueva —es una costa prácticamente inhabitada— empiezan a hacer señas con una linterna, lo tenemos fotografiado. Y entonces digo, medio en broma, "mira, la cosa nostra, la mafia italiana, están haciendo el contrabando". Y en eso aparece una lancha rápida de la guardia costera y hacen sonar tres toques de alarma, porque el barco, de verdad, se comía la costa". La policía, sostiene, obliga al barco a girar 180 grados y volver a Palermo. "Desde la megafonía nos informan entonces que han preparado un ágape para el capitán Schettino por ser él de Palermo. Yo me pregunté por qué hacían esto, si acabábamos de pasar por ahí", recuerda Nayra. Cámara requisadaCuando, a los pocos minutos, bajaron finalmente al restaurante, una persona de seguridad les requisó la cámara, aunque no contaban con que Bethencourt antes le retirase la tarjeta de memoria extraíble, de manera que en la cámara solo aparecía lo que se había grabado en la memoria interna. Cuando se la devolvieron, al día siguiente, habían borrado varias fotos y vídeos, "entre ellas, algunas imágenes donde teníamos registrado cómo la policía había actuado con el barco". El enlace de la tripulación de habla hispana era canario, "chicharrero", "un chico de nombre José Luis", a quien se quejaron por el incidente con la cámara.Por otro lado, algo que les llamó la atención fue que las medidas de seguridad fueran muy deficientes: "Una grabación en la tele del camarote y un salvavidas al lado de la caja fuerte; eso era todo". Incluso, por orden de Schettino, "a los pasajeros de las habitaciones de lujo como las nuestras nos eximieron de hacer el simulacro de evacuación". Sobre el hoy detenido capitán del barco tienen una opinión muy clara. "Donde mirases, estaba Schettino montando un show. Aquello más que un capitán era un animador", afirma Bethencourt. El comienzo de la travesía lo habían hecho con otro capitán, "de barba y llamado Mauro", que tenía un carácter más serio y reservado. Pero el 31 de agosto tomó el mando Schettino y algunas cosas comenzaron a cambiar.Ya pasado año y medio desde aquel viaje de bodas, aseguran que no tienen ningún interés en ser protagonistas. "Pero hemos visto imágenes como la de ese papá con esa niña que se cae por la borda y sale a buscarla... ni él ni ella se salvaron. Nos vimos reflejados en esa historia, en su dolor, porque nosotros íbamos con una niña", explica Nayra, que indica que solo cuentan su testimonio "por si sirve para que esto no vuelva a pasar".«No nos esperaban»El buque tiene un registro de sus pasajeros donde consta si hay alguien deviaje de bodas. "Pero nuestro caso, pese a que nos acabábamos de casar, había pasado inadvertido para quienes se encargan de preparar una atención esmerada para los recién casados. Preparan una recepción especial, con algún que otro detalle en la habitación, champán, frutas, unas fotos, etc. Pero en nuestro caso no fue así, porque no nos esperaban". Pocos días antes de su boda sufrieron una desgracia familiar que les trastocó un poco los planes, y en medio de ese momento difícil, decidieron comprar el viaje del crucero, muy poco tiempo antes de embarcarse. Fue así que aseguran que cuando, en el puerto de Barcelona, se presentaron para iniciar el viaje tuvieron la firme convicción de que en el barco no sabían que ellos serían parte de la travesía. "Fue necesaria una serie de llamadas a la agencia de viajes desde el mismo barco para que confirmaran que sí teníamos billete comprado". De ahí se deriva, entiende, que les hayan asignado una habitación que, en principio, no solía utilizarse, como la 8300. "Ellos, en el barco, no eran conscientes de que ese camarote se había vendido", dice Nayra. No sabían de nadie que viajara en luna de miel, "y menos con niña incluida".

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